martes, 13 de marzo de 2012
Después de diez años de haber dado a luz a mi hija , y contra todo pronóstico , me volví a quedar embarazada. Durante estos años , en contadísimas ocasiones se me desvió el pensamiento hacia la idea de tener otro hijo. Tal como venía la imagen , se desvanecía , pero aún así , creía que si en algún momento se producía un nuevo embarazo, siendo como soy , al día de hoy, tendría al bebé . Y así fué.
Pasamos un embarazo sin ninguna clase de tensión. Todo lo contrario. Estaba embarazada y me sentía tan llena de tripa como de ilusiones. El miedo y la duda acechaban ya que mi anterior embarazo había sido un tanto complicado, y sentía cierta desconfianza con este nuevo. Pablo ,pese a que no había admitido con gusto el hecho de volver a ser padre, me cuidaba desde el primer momento y atendía a lo que incluso yo no solicitaba. Me sentía cómoda pero al mismo tiempo me daba un miedo atroz, que Pablo aún sin querer tener el niño , se preocupara por mi de esa manera. En los primeros meses de gestación habíamos decidido el nombre de la niña que venía en camino, Martina, un nombre que había venido fácil igual que un cuento a nuestros oidos. Yo me dedicaba a trabajar a la par que intentar llevar el dia a dia como si no pasara nada,
y es que no se si me terminaba de creer ese embarazo en sí. Era tan inesperado que como casi todo lo que supuestamente llega por sorpresa no se termina de creer , solo esperaba entender la realidad del asunto viendo la cara de Martina.
Desde el primer momento que supe que estaba embarazada por la ausencia de la regla, la típica inflamación del pecho , el aumento de peso, y aproximadamente al tercer cuarto mes, mi ya not
able barriga , el asco del sabor del café con leche, el olor nauseabundo del cigarrillo del de al lado, a partir de esos hechos inesperados.. dedicí que este embarazo no iba a ser como el anterior, este lo haría a mi manera, la intención sería entre otras cosas , prescindir del sistema médico, e intentar escuchar mi cuerpo y sus movimientos.
Ya no tenía veinte añitos, estaba enfundada en un cuerpo de treinta y siete primaveras más bien despeluchadas , así que el cuerpo se me resentía cada dos por tres y sentía una carga mayor de la que ya tenía. Ahora que me paro a pensar , bien es cierto, que tuve un par intuiciones que no ayudaron a tranquilizar mi interior, aun así Pablo solía aplicar el concepto práctico que por norma general solía hacer efectos de sedación inmediata para el bien de los dos, pero es que la intuición tira mucho.... y en suficientes casos me ha ayudado.
No pretendía comprar nada que no fuera tan solo lo necesario , andar con lo justo, me hace valorar , comprender y saber cual es el orden de prioridad real. Hacía muchos años atrás tenía muy claro que a la hora de tener un bebé, por supuestísimo que daría toda la teta del mundo y lavaría los pañales como a la vieja usanza, lo primero con mi primera hija funcionó lo segundo, ni por asomo, así que ciñendóme a la cutre realidad tanto mía como la del momento en el que entonces se vivía , prescindiría de los pañalotes de tela para pasar a las marcas comerciales de plastiquete intranspirable, revienta - pieles de bebés.
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